Marcos Vincic fue un artista dedicado e ingenioso que pasó su vida inventando, diseñando y creando inéditos juegos de mesas.
Creó su propia marca con un sello distintivo: el corte taza que tenía de chico y un gesto provocador con un pulover rosa ochentoso.
Diseñó tres juegos de mesa inspirados en las teorías de Tomás Cabalsa y uno para ejercitar el deseo incontrolable de Rocky Riglos.
Murió ahorcado en su taller y cedió su último juego, El Limbo de los ahorcados, al movimiento de vanguardia Boom! Prácticamente, no se le conocen fotos de adulto. La mayoría de sus imágenes más icónicas son de cuando era un niño. Algunos de sus juegos más conocidos son Culpabsolución, Escrúpulos en las artes visuales, La colonia penitenciara, El locómetro y La bruja, entre otros.